Y vuelta a empezar.
Y las noches son cada vez más largas.
Sé que aunque consiga dormir
se va a repetir la historia.
Porque la historia soy yo.
Camina conmigo.
Un acto continuado y deliberado
de rebelión contra mí mismo,
y contra esta sangre sin color
que lleva veinte años envenenada.
Ante esto,
ante este fracaso del corazón,
ante esto te humillas;
pero son mis rodillas las que se clavan en el suelo,
y soy yo el que se desangra por tus estigmas.
Levántate y anda.
En el fondo sabes que eso de ahí no es una tumba.
Que si lo es, encontrarás muchas otras,
o cavaremos una juntos.
Esto no es el final.
Tampoco la salida.
Ahora que vivimos en el augurio de hace un año,
aún nos preguntamos qué es lo que pudo salir mal.