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Todos esperan algo de mí
(aunque creo que eso ya lo he dicho antes).
Y no se equivocan.
Mi piel muta
y entonces seré lo que quieren,
y no puedo negar
que hay cierto placer
cuando me tienen entre sus colmillos.
Porque el dolor es real,
como el olor metálico de la sangre,
y su voracidad es sincera
más allá de las razones
que me convierten en su presa.

Yo también fui caníbal.
Yo también me entregué a la idolatría de la carne
y a la anestesia que viene con ella.
A veces, todavía fantaseo con esa idea;
a veces lo echo de menos.
Pero no he llegado hasta aquí para someterme
a lo que ni siquiera es un sueño,
sino más bien el delirio de quien alguna vez creyó
que otra vida no era posible.

Todos los errores serán voluntarios.
El miedo es un eco de lo que fui
o una mentira muy bien contada.
No hay buena o mala estrella;
solo amigos, y amor,
y abrazos que detienen el tiempo
cuando la madrugada se cansa de nosotros
y nosotros nos cansamos de ser
lo que todos esperan que seamos.

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