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¿Con cuál de todas esas siluetas vas a bailar esta madrugada?
¿Cuál rescataré del incendio cuando el día empiece a doler
y no reconozcamos ni las cenizas de la noche anterior?

No me importa en lo que te hayas convertido;
deberías estar justo ahí, en ese lado de la cama.
Deberíamos cumplir con lo prometido
sin miedo al patíbulo.
Sin miedo a no recordar lo que me trajo hasta aquí
o a balbucear nuevas promesas.

Deberías haber sido tú
la dueña de estas marcas en el cuello;
la que calmara los impulsos caníbales
y se entregara a ellos con los ojos vendados.
Deberías haber sido tú y, sin embargo,
no creo haberte echado de menos.
O será, quizá, que aún no estoy despierto.