Me lo digo y me lo repito:
Esto no puede ser amor.
Es un capricho disfrazado de necesidad,
y con los ojos más bonitos que he visto nunca.
Pero no es amor.
Aunque tu cara asustada sea como una mina de profundidad
alojada en mi pecho.
Cada vez.
Cada vez, una detonación.
Y cada vez que me pides perdón
el dolor desaparece,
y vuelvo a las andadas.
No mereces ni un segundo más de mi tiempo;
pero no puedo hacer otra cosa.
Tengo que quedarme.
Tengo que saber su puedo salirme con la mía
y entonces, y sólo entonces,
podré marcharme.