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No he llegado tan lejos para dar media vuelta.
De alguna manera supe
que me quedaría aquí;
en este bosque submarino,
en lo más profundo de ti.
Clavando la mirada en la superficie
para olvidarme de respirar.

Todo lo que ahora sé,
lo aprendí de ti.
De tus abrazos,
de tus reproches,
de tu ira.
Todos los errores que cometí contigo
son el único mapa que necesito
para no enredarme entre algas venenosas.

La sal ha curado las heridas.
Ya no hay dolor.
No hay noches con cuchillos clavados en el pecho
ni plegarias a un dios que se esconde de nosotros
en los confines del universo.

Nuestro cofre del tesoro sigue hundido en el puerto.
Y allí seguimos tú y yo;
sentados en el muelle,
intuyendo el desastre,
mirando hacia otro lado.

No, esto no era lo que quería escribir;
pero aquí, en el fondo del mar,
todos los versos hablan de ti
y todas las sirenas cantan aquella canción
de soledades y temporales.

Mañana.
Mañana volveré a intentarlo.
Palabra de buzo.