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Nada de lo que imaginaba se hizo realidad.
Pero hice realidad todo lo que ni siquiera imaginaba.
Hasta el más pequeño detalle.
hasta la náusea.

Cuando no hubo nada más que imaginar
ni nada que pudiera hacerse realidad,
volví al lienzo en blanco de mi habitación.
Hasta que todo empezó de nuevo,
hasta que lo nuevo fue dolorosamente familiar.

Soy un eterno principiante
a un millón de años luz de la casilla de salida.
Un navegante inexperto
en este lago de corazones mutilados.
Pero ya no me importa perder.
Podría deshacerme de esta piel
si no me sirviese de abrigo.