Amaneció a mediodía
en el mercado de la carne.
Aquí nadie quiere mirarse a la cara.
Si fue amor lo que viniste a buscar,
ahora ya es tarde.
Ahora ya sabes que no hablaremos de eso.
Teníamos hambre y sed
y un par de líneas rojas que cruzar.
Nos sacudimos la arena
y avanzamos por aquel pasadizo lleno de humo
y gatos desaparecidos.
Algo me mordió en el brazo,
pero tú estabas dormida
y no había nadie más en la habitación.
Desperté en la certeza de que no quería estar allí.
Maullé tu nombre.
Y me abriste la puerta.