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¿Dónde te vas a quedar?
Pero antes de responder a eso, piensa…
¿Puedes elegir?
Porque elegiste llegar hasta aquí,
y ahora no digas que no hay salida.
Da media vuelta, si es necesario.
O no te muevas
y saca fuerzas de donde sea.

Puede que no haya salida,
pero no es el final.
¿Acaso recuerdas cómo empezó?
El sabor del líquido amniótico en la boca,
los latidos de tu madre,
su llanto,
sus canciones.
No tienes memoria y, sin embargo, estuviste allí.
No sabes cómo apareciste a este lado de la empalizada,
y sin embargo aquí estás.

Pero no me preguntes más.
Que yo no sé si la madrugada es principio o final.
Ni siquiera me importa.

Ayer volví a sumergirme
en un océano de días por venir,
y la sal en los labios me recuerda dónde voy a estar.
Búscame en algún punto entre esta orilla y el otoño.
No traigas ninguna intención.
Ven desnuda,
y desnudos nos abrazaremos.