Esto no es un crimen perfecto.
Tampoco una salida.
No hay cadáver a mis pies
ni más coartada que la imagen del espejo.
De un tiempo a esta parte
sobran las explicaciones.
Como tú me dices,
no todo tiene que ser explicado;
pero quizás olvidas
que el diálogo es conmigo mismo,
y que cada mañana firmo un armisticio
con el niño que no quiere levantarse de la cama.
No, aquí no está la salida.
De haber una, está camuflada
entre una montaña de libros y canciones
que en otro tiempo llamé vida.
Un tiempo que no sé si echo de menos.
Sólo en parte, quizá.
Sólo las noches en que el mundo era muy pequeño,
y muy sereno,
y, en el silencio y la soledad,
fantaseaba con gobernar aquel reino
en aquel mundo tan pequeño.
Pero ahora, si me preguntas,
sólo quiero gobernar este corazón acelerado
y no pensar que todas las estrellas,
incluida tú,
están demasiado lejos.
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