Dos años y cien «te quiero» después,
tengo que admitir
que nada de esto entraba en mis planes.
Nunca fueron planes,
sólo fantasías para calmar un corazón
que se moría,
y se moría por bombear algo de sangre.
Ahora que he llegado hasta aquí
y que, de alguna manera,
sigo sin distinguir amor y necesidad,
y que a veces todo amenaza con volver,
ahora,
dos años después,
empiezo a comprender
que busco en los lugares equivocados,
por las razones equivocadas,
para encontrar casi siempre a la persona equivocada.
Con anestesia es más fácil mirarte a la cara
y ayudarte a construir tu propia fantasía.
¿Quién soy yo para negarte la posibilidad
de una vida a mi lado?
Si quieres, quédate.
Asume el riesgo de catástrofe
y dame un poco de espacio.
Si quieres quedarte.