Todas las cosas que me empeño en controlar
y toda la culpa de la que, por alguna razón,
insisto en adueñarme,
son perfectos compañeros de viaje
a través de esta inmensidad
que ahora llamo vida.
Que hace un año era sóloo oleaje
y un poco de soledad autoinfligida.
Mi plan consiste en no hacer planes,
mientras que el tuyo ya le ha puesto día
y hora (y nombre)
al desenlace.
Sé que hay crueldad en esta huida hacia adelante.
Te lo advertí con palabras y también con silencios.
Te lo advierto cada mañana,
temblando de frío.
Y no sé qué es esto que late en el pecho.
No sé si es el frío o si es algo que sigo echando de menos.