¿Cómo pretendes que distinga entre este amor
y el vértigo ante el abismo?
Si cada día despierto hablando en un idioma
que siempre parece distinto,
pero que en realidad,
desde alguna mañana de 1985,
es siempre el mismo.
No es a pedir perdón a lo que tengo miedo;
tengo miedo de cometer mil veces el mismo error
y entonces sentir de nuevo el impulso
de pedir perdón.
He tenido un sueño extraño,
o más extraño de lo habitual.
Tú me hablabas con mi voz;
mis labios estaban cosidos con tu pelo,
como párpados sin ojos.
Me pedías perdón en todas las lenguas.
Y no podía taparme los oídos,
ni salir corriendo.