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Hace un año me habría aferrado a ti
como una cría de león a un pedazo de carne.
Cuestión de vida o muerte,
o de no morir en soledad.
No hay amor en la supervivencia;
sólo desesperación,
y caos.

Pero te he encontrado lejos de las ruinas,
cuando ya me creía a salvo,
cuando había dejado de hablar de dolor
y de pánico.
Y descubrí justo delante de mí
todas las conversaciones que no quería tener.

Nadie es inocente, corazón.
Nadie es inocente.
Porque todos tienen miedo.
A perder. A perderse.
Yo sólo soy una versión mejor
de lo que no conociste.
Con la piel más dura y, quizá,
también más culpable.

Ojalá estuvieras aquí, aquí mismo,
y no decorando para los dos un castillo en las nubes.
He aprendido a no volar tan alto
persiguiendo realidades que, en el fondo,
no nos pertenecen.
Entre nosotros todo es viento,
y piel adentro todo es incendio.
Esta noche volveré a arrepentirme de algo.
Mañana desearé no haberlo hecho.