Entre la mística de una cama sin hacer
y la clemencia momentánea de tu abrazo.
Entre lo que necesito
y lo que no sé pedir.
El tiempo zigzaguea como un sonámbulo
en un campo de minas.
Conozco el camino hasta tus labios
-y lejos de ellos-.
Conozco los motivos que te trajeron aquí.
También yo tengo los míos.
«Recuérdame.
Si no puedes detenerlo,
recuérdame».
Qué ironía tan malvada.
Recordar lo que no creía haber perdido.