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Y volver tras mis pasos,
a la misma apatía de hace un rato
que no voy a intentar disimular.
Siempre ha sido así.
Tal vez los besos de ella no sean especiales.
Tal vez no los quiera probar.

Puedo tomar decisiones imperfectas,
y puede salir todo mal.
Esta dependencia es mi sentencia de muerte.
Si no puedo cargar conmigo
que tus ojos no me hundan bajo el peso de los dos.

Y sufrir tu guerra fría
no parece el mejor plan para el resto de mi vida.
Someterme a tus destellos
no está siendo suficiente, ni de lejos.
No son lo suficientemente bellos.
Y lo siento. Lo siento.
No me conformo con un hueco tan pequeño.

Puedo equivocarme eligiéndote a ti,
y puede que todo salga bien.
Que este baile en el aire no tenga final.
Ya no sé si depende de mí.
Nunca encuentro el momento de callar.

Puedes venir,
y deslizarte hasta mi espalda.
Y quedarte ahí
sin que sepas si traes bendiciones o cuchillos.
Sin hablarme de la guerra.
No tiene importancia para mí.

(Lo suficiente, noviembre 1998)