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Demasiada lluvia mata la sed
y las noches sin dormir
confunden sueño y necesidad.
Si ahora estoy aquí
por un capricho del universo,
tal vez no sea buena idea
planear la fuga del invierno.
Si después te digo que sí,
y salimos corriendo,
o saltamos de charco en charco,
nos encontraremos, como pasajeros,
sólo en el momento
en el que los pies toquen el suelo.
Sólo en ese instante,
precioso y fugaz,
nos tendremos el uno al otro
en la triste certeza
de que siempre hay que aterrizar.

Eso será todo.
La ruleta habrá dejado de girar.
No hay apuestas en la mesa,
y aunque es lo que esperas,
el disparo siempre te coge por sorpresa.