Un poema de párrafos infinitos.
El mar sin espuma.
Un marco sin foto.
Funerales sin llanto.
Nubes sin cielo.
Un tatuaje transparente.
Un beso sin saliva.
Mi cuchillo de cera
frente a tus ojos ardiendo en reproches.
Pulmones llenos de nada.
La cama de un hotel fantasma
donde suena un piano sin bemoles.
Las mañanas del año pasado.
Un cáncer sin puentes que cruzar
y cruzar la puerta que da al precipicio.
Palomas en la playa,
gaviotas en el vertedero.
Así es.
Justamente así.
Una y otra vez.
Así es echar de menos.
Un número entre letras.
La ciudad sin habitantes.
Lápices sin papel.
Un regalo olvidado en el armario.
No coger nunca el teléfono.
No perdonar.
Que la distancia nunca sea suficiente.
Tan cerca que nos odiamos,
tan lejos que hasta olvidamos odiarnos.
Correr solo y no llegar el primero.
Así es.
Justamente así.
Una y otra vez.
Así es echar de menos.
Beber sin ganas,
y vomitar sin estar borracho.
Esperar algo de nadie,
y a nadie seguir esperando.
Dormir para que el tiempo pase.
Llorar por todo el tiempo que ha pasado.
Y dormir de nuevo.
Así es.
Justamente así.
Una y otra vez.
Así es echar de menos.