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Y tú te quedarás aquí para siempre.
A veces verás pasar un par de coches,
y creerás que vuelven.
Pero pasan de largo.
Creen que la ciudad es un lugar mejor
para esperar la muerte.

Y tú te quedarás aquí para siempre.
Confundirás el polvo con caminantes,
y creerás que vuelven.
Pero el viento ha cambiado.
Ahora sopla hacia lugares
manchados de gente.

(El habitante, marzo 1999)