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Son las tres de la mañana,
ya no tengo sueño y no te echo de menos.
Me arrancaste el corazón, y no lo echo de menos.
La nevera esta vacía,
la casa esta vacía.
Mi cabeza sólo piensa en cómo diablos salir de esta.
Creo que es casi mediodía.
La televisión me engaña y yo me dejo engañar.
Todo era perfecto y yo me dejaba engañar.
Las paredes están sucias,
las ventanas están sucias.
Y mis manos sólo buscan algo parecido al tacto.
La tarde ha pasado entre nubes.
Creer o no creer, realidad o ficción.
Pero creer no es tan sencillo si esa es la única opción.
Hoy es ayer y mañana será hoy.
Ayer es mañana y no hay ningún hoy.
Lo que imagino se me escapa, incluso dormido.
La presencia intermitente de esta noche.
Aún no te sueño y ya te echo de menos.
Recojo mis pedazos, pero eso es lo de menos.
Esta cama llena de sombras.
No tienen cara ni labios las sombras.
Mi cabeza sólo piensa en cómo hacer que no amanezca.
(Invierno, mayo 1999)